Alcalá de la Vega y su Patrimonio Histórico - ALCALA DE LA VEGA - HISTORIA - Ermita de Ntra. Sra. de Alcalá
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ERMITA DE NTRA. SRA. DE ALCALÁ

Nuestra Señora de Alcalá
Imagen que preside la ermita a los pies del derrocado castillo árabe y que representa la “Antigua parroquial” a la que R. Berenguer concedió para su instauración los diezmos de todas las tierras”


El 10 de agosto de 1.999, Alcalá de la Vega recuperó algo más de su patrimonio histórico, cultural y religioso: Una reproducción de la primitiva imagen románica de Nuestra Señora de Alcalá fue llevada procesionalmente hasta su ermita y entronizada solemnemente en su antiquísimo trono a la sombra de la fortaleza de al-Qala.  La ermita a los pies del derrocado castillo árabe en un paraje de gran belleza y atracción es uno de los edificios más antiguos de Alcalá de la Vega, “….Tiene dos Hermitas, la una a distancia de medio quarto de legua poco mas o menos bajo la adbocación de Ntra. Sra. del Remedio de Alcala donde se cree y aparecen vestigios del antiguo lugar del que fue su parroquial que por lo mismo lleba los Diezmos de sus tierras, fundado en un collado en el que existe actualmente un derrocado Castillo de Moros, al pie del qual cerro pasa el rio Cabriel. Biblioteca Nacional. Cód. 7298, fol. 69,70,71,72.

En las Relaciones de Tomás López se dice:
?….Tiene dos Hermitas, la una a distancia de medio quarto de legua poco mas o menos bajo la adbocación de Ntra. Sra. del Remedio de Alcalá donde se cree y aparecen vestigios del antiguo lugar del que fue su parroquial que por lo mismo lleba los Diezmos de sus tierras, fundado en un collado en el que existe actualmente un derrocado Castillo de Moros, al pie del qual cerro pasa el r?o Cabriel.


Transcripción:

Muy señor mío: En cumplimiento de la orden de mi prelado relativo al encargo de V. sobre informe y descripción de ese pueblo y sus cuatro anexos Campillos de Paravientos, El Cubillo, Algarra y Garcimolina, que componen esta mi parroquia que debo decir por segunda vez según el orden de su interrogatorio que este dicho de Alcalá es lugar o aldea perteneciente a la jurisdicción ordinaria de Moya del que dista dos leguas y  es de señorío que en el día posee el Marqués de Villena y de la referida villa, que se compone de 95 vecinos y es cabeza de curato y tiene por anejos los ya ciados y en el de Algarra tuvo su primitiva residencia el cura que después se trasladó a este de Alcalá; tiene dos ermitas, la una a distancia de medio cuarto de legua poco más o menos bajo la advocación de Ntra. Sra. del Remedio de Alcalá donde se cree y aparecen vestigios del antiguo lugar del que fue su parroquial que por lo mismo lleva los diezmos de sus tierras, fundada en un collado en el que existe un derrocado castillo moro al pie del cual cerro pasa el río Cabriel que baña la vega y da el nombre a este pueblo y la otra a un tiro de bala o fusil de el mismo con el nombre de San Bartolomé. No tiene patrono alguno y la Asunción de Ntra. Sra. es su titular.

El privilegio concedido por el el Conde Ramón Berenguer IV a Serreilla llevaba implícito que el diezmo de las tierras de cultivo y de pastos correspondía a la parroquial, lo que supondría, traduciéndolo en datos actuales: 600 Ha. “  En la primera mitad del siglo XIII (¿) se construyó la ermita reviviendo la primitiva parroquial que dependió de Valeria con el impulso, tal vez, de los Templarios, con una imagen de la Virgen que la presidió bajo la advocación de Nuestra Señora de Alcalá. A lo largo de ocho siglos fue traída desde su ermita a los pies del castillo a la parroquia de la Asunción el 14 de junio y permanecía en ella hasta el lunes siguiente al primer domingo de Octubre, Domingo del Rosario, que era devuelta procesionalmente a su ermita. De las crónicas del Archivo Parroquial se deduce que la devoción de Alcalá, El Cubillo, Algarra, Garcimolina, Campillos, Salinas y La Huérguina era tal que, con motivos de pestes y sequías, acudían en rogativa hasta su ermita, hermanados, implorando su protección con el convencimiento de que iban a ser escuchados.

 

En la primera mitad del siglo XIII se reconstruyó la ermita, simbolizando a la primitiva parroquial impulsada, tal vez, por los Templarios, entronizando una imagen de la Virgen que siempre la presidió bajo la advocación de Nuestra Señora de Alcalá o Nuestra Señora del Castillo. A lo largo de ocho siglos fue llevada a la parroquia de la Asunción el 14 de junio y permanecía en ella hasta el lunes siguiente al primer domingo de octubre, Domingo del Rosario, que era devuelta procesionalmente a su ermita; mientras permanecía la imagen en la parroquia ocupaba su trono en la ermita la imagen del Niño Jesús de Praga (vulgarmente llamado el Niño de la Bola) al que las embarazadas confiaban el feliz desenlace, por lo que era visitado en los meses de verano.

De las crónicas del Archivo Parroquial se deduce que la devoción de Alcalá, El Cubillo, Campillos, Salinas y La Huérguina era tal que, con motivos de pestes y sequías, acudían en rogativa hasta su ermita, hermanados, implorando su protección con el convencimiento de que iban a ser escuchados. De igual manera se mantenía custodiada la ermita por un ermitaño que permanentemente vivía en una vivienda adosada a la ermita y que recibía cierta ayuda de las rentas de las tierras que esta ermita poseía  desde 1158 (los diezmos de todas las tierras). Tras la desamortización percibía tan exiguos recursos  que apenas se podían atender las obras de mantenimiento.

El día 2 de abril de 1816, “siendo párroco del pueblo don Alejandro Calvo Saiz y con la presencia de Fray Josef Benavent, predicador quaresmal, de la Orden de Predicadores del convento de Santa Cruz de Carboneras, se crea en Alcalá la cofradía del Santo Rosario aduciendo que “ya existía en 1667 a juzgar por los libros antiguos que se conservan de las Crónicas de Nuestra Señora de Alcalá, pagina quarta, que principia en el nombre de la Sma. Trinidad: Padre, Hijo y Espiritu Santo. Amen” Desde ese día nuestra imagen recibe también el título de Nuestra Señora del Rosario y en las listas de cofrades y mayordomos aparecen indistintamente los tres títulos hasta 1844.

El 9 de octubre de 1827 toma posesión de la parroquia con sus anexos el nuevo cura, don Vicente Olivares, natural de Villar de Cañas, haciéndose cofrade de Nuestra Señora de Alcalá él y toda su familia “impresionado por las gracias y milagros que ha leído en las Crónicas de Nuestra Señora de Alcalá.” Es meticuloso en la exposición de listas para el sorteo de mayordomos que se encarguen de “dar esplendor al culto de la Virgen, administrar sus bienes, dar las caridades, los cañamones y el vino;” pero tuvo la mala suerte de sufrir en sus carnes los efectos de las Guerras Carlistas y de la primera desamortización en 1844, (“el inmenso latrocinio” -que dice Menéndez y Pelayo).

A finales del siglo XVIII (1789) Nuestra Señora de Alcalá comenzó a ser invocada por Nuestra Señora “del Remedio” de Alcalá debido a la acreditación que había adquirido en estos pueblos como mediadora en tiempos de necesidad “remedio contra sequías desde los tiempos más remotos”. (Arch. Parroq.) El Cubillo, formaba con Alcalá una unidad geográfica, Campillos era anexo a la parroquia de Alcalá. Salinas y La Huérguina participaron en sus términos de las tierras del Privilegio (Mayorazgo: heredado de nuestros mayores, “Beneficium Curatum” o Capellanías) del que esta imagen era símbolo, protección y titular.

El Cubillo participaba en un 1/3 de todos los favores y privilegios: Mayorazgo: heredado de nuestros mayores; Algarra, Garcimolina y Campillos eran anexos a la parroquia. Salinas y La Huérguina participaron en sus términos de las tierras del Privilegio tras la supresión de los Templarios (Dehesas) y entrega de las mismas al concejo, ya en el siglo XIV.

A finales del siglo XVIII (1789) Nuestra Señora de Alcalá comenzó a ser invocada por Nuestra Señora “del Remedio” de Alcalá debido a la acreditación que había adquirido en estos pueblos como mediadora en tiempos de necesidad “remedio contra sequías desde los tiempos más remotos“. (Arch. Parroq.)

La cercanía con el convento de los Dominicos de Carboneras de Guadazaón motivó frecuentes visitas de estos frailes con ocasión de misiones o predicaciones cuaresmales y de rogativas, de aquí que estos frailes inclinaran el fervor popular de esta imagen bajo la invocación de “Virgen del Rosario”.

 

A partir de 1835, en que se inició la primera etapa legislativa referente a la desamortización religiosa y hasta 1844 en que terminó, acapararon los cargos de la mayordomía de Nuestra Señora las mismas personas seguramente para tener mayor conocimiento de la situación. Don Vicente Olivares se enfrentó a los Carlistas en 1838 tras los acontecimientos de la ermita donde ocultó a un grupo de Liberales y fue acusado de hacer desaparecer en 1844,  los libros antiguos de las Crónicas de Nuestra Señora de Alcalá (” de tiempo inmemorial de quando tenia fondos procedentes de las tierras que poseía y le fueron vendidas a raíz de la Real Orden para la enajenación de bienes eclesiásticos y no habiendo sido posible hallarlos a pesar de las más exquisitas diligencias e indagaciones…”) . Y no hubiera sido posible si su custodia, que recaía sobre el cura, no hubiera fallado. Pero don Vicente tenía otro cura como ayudante llamado Pedro Montero, que aconsejó a Celedonio Montero, hijo de Ignacio Montero Zafrilla, a Juan Bautista Sáiz Zafrilla de Carboneras, Tomás Sáiz Zafrilla de Tejadillos, Aquilino Jiménez familia de los Sáiz Zafrilla y a Antonio Zafrilla,   sobre la forma de actuar con los bienes del Mayorazgo de la iglesia para su adquisición. D. Pedro fue el responsable, tras el decreto de desamortización de 1834, de mantener a estas personas ocupando los cargos de mayordomos de Nuestra Señora de Alcalá y les facilitó el camino. Don Vicente Olivares insinúa que la desaparición de los libros fue obra de su cura vicario y titular de la iglesia de Algarra.  A partir de entonces las ceremonias siguieron más por tradición y rutina que por convicción y devoción: como si la desamortización se hubiese llevado, además de los bienes, la fe y la confianza del pueblo en el clero rector.  Alcalá de la Vega cayó en una total indiferencia religiosa y en un anticlericalismo injusto al hacer responsable a Don Vicente de lo que Don Pedro no quiso asumir y dio pie a que el pueblo compitiera en dos frentes distintos y en un doble anticlericalismo. Ya no era la Virgen, símbolo de unas tierras, la que daba de comer al pueblo; era el pueblo y la escasa colaboración de los anexos, Salinas y La Huérguina, los que debían atender a los gastos de mantenimiento de la ermita (ya sin ermitaño) y del culto a Nuestra Señora que nunca eran cubiertos ni, siquiera, en los días de Rogativas.

El 29 de marzo de 1858 comparecieron ante don Aquilino Jiménez, alcalde de Alcalá de la Vega y don Mariano Sánchez, cura propio de su parroquial, los vecinos y señores de los ayuntamientos de Salinas del Manzano, La Huérguina, El Cubillo, Campillos, Algarra y Garcimolina y dijeron. “Que notándose en el campo una gran sequía… convinieron anticipar la traslación de Ntra. Señora del Remedio desde su hermita a esta parroquia

según se había practicado en otras épocas… para que su divino hijo alcance nos remedio con los rocíos celestiales…, que se proporcionen veinte libras de cera porque la mayordomía carece de existencias y se invita a los vecinos saliendo a pedir limosna…. para sufragar los gastos pertinentes” Firman: D. Aquilino Jiménez, Mariano Sánchez, Nicasio Argudo, Mariano Barrera, Lino Ramírez, Ramón Ferriz, Ezequiel Martínez, Ramón Pardo y Paulino Hinarejos. El 23 de abril de 1868, siendo alcalde don Juan Guillén y don Mariano Sánchez párroco, ante el mismo fenómeno de sequía “acordaron traer la Virgen de su ermita el 3 de mayo procesionalmente y se haga un novenario de misas cantadas y que ese día los concurrentes salgan a recorrer el vecindario para el que alguna cosa quiera ofrecer para la recaudación de granos… y se puedan pagar los gastos.” Firman: D. Juan Guillen, Mariano Sánchez, José Soriano, Saturnino Saiz, Juan de Dios Martínez, Ramón Giménez, Ramón Pardo, Juan Tarín, Mariano Ferriz, Genaro Palomares. Esta fue la última vez en que fue traída la imagen al pueblo fuera de la del 14 de junio que siempre se realizó. Y don Mariano Sánchez, en 1870, se quejaba ante el alcalde Aquilino Jiménez porque nadie recurría a sacar a la “Meona” en rogativas en un año de extremada sequía. (El cura daba este título cariñoso a Ntra. Sra. de Alcalá por la fama que tenía de milagrera ante la escasez de lluvias.) En 1890, siendo alcalde Aquilino Jiménez (hijo) fueron casi desoídas las súplicas de don Mariano Sánchez, párroco, en demanda de fondos y mano de obra para arreglar el tejado. Tan sólo unos pocos voluntarios aportaron mano de obra y material suficiente para reparar pequeños desperfectos. En 1924 don Gabriel Tejada, párroco, logra recaudar 75 pesetas en Salinas, 41 pesetas en La Huérguina, 18,35 pesetas en El Cubillo. Alcalá contribuyó con “concejás” y materiales con que los albañiles Gonzalo e hijo remozaran paredes y tejado. Pasemos de largo lo ocurrido en 1936, aplaudamos la restauración de 1953, rechacemos la desidia y abandono hasta 1993 y hagamos votos para que el símbolo de nuestra identidad, Nuestra Señora de Alcalá, aúna a todos bajo su ermita. Cuidemos el lugar de insólita belleza que fue cuna de nuestros mayores y origen de nuestra historia rica y apasionante.


Antes y después de la restauración de 1986


PUERTA DE LA ERMITA ANTES Y DESPUÉS de la restauración de 1986