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DE LO QUE SE DICE PASÓ DESPUÉS DE QUE EN 1219 EL PRIMADO DON RODRIGO …..

Publicado: 28/01/2016

DE LO QUE SE DICE PASÓ DESPUÉS DE QUE EN 1219 EL PRIMADO DON RODRIGO SALIENDO DESDE ALBARRACÍN CONQUISTARA SERREILLA, Santa Cruz y Mira.

 


Nada sabemos de las incidencias tras el ataque de don Rodrigo a Serreilla aquel mes de noviembre de 1219, cuando el castillo fue definitivamente conquistado. Contamos con una tradición que nos dice que, desde aquel día, la fortaleza quedó abandonada y que por su falta de interés mereció para siempre el calificativo de “derrocado y abandonado castillo de moros”. Es verdad que el lugar quedó desierto y desolado, sus ruinas desconocidas, como el propio nombre de SERREILLA. Olvidados también los vestigios, marcados sobre el suelo en formas geométricas, del poblado preislámico escogido y asolado por los árabes para levantar su fortaleza con los ancestrales despojos romano-cristianos.

Nada sabemos de sus moradores, como nada sabemos de su destino. Los habría quienes, como conversos, marcharon a los acantilados de Algarra, cuya iglesia abarcó la jurisdicción de la derrocada fortaleza del Cabriel donde la primitiva iglesia había recibido preventas para su restauración y mantenimiento bajo el control del canónigo nombrado por el obispo Gonzalo Ibáñez en 1232, al que es muy posible que encargara el gobierno y administración de las tierras correspondientes a los diezmos que poseía la iglesia de Serreilla en favor de la iglesia de Algarra y del vestuario de canónigos, emulando la concesión que otorgó Alfonso VIII en Cañete al obispo Juan Yáñez, el 16 de enero de 1195, para vestuario de los canónigos de Cuenca.

 Y los habría quienes acamparon más cerca, al norte del derrocado castillo: unos a una parte del río y otros a la otra, para abarcar y marcar mejor toda la extensión de sus tierras en contra de los planes del canónigo García Alvarez que no contaba con la

restauración de las nuevas iglesias de Alcalá y El Cubillo en los nuevos emplazamientos mientras desmontaban atalayas, almenas, murallas y las esquinas cinceladas de los torreones para cimentar los dos nuevos edificios parroquiales, los pósitos y el primer molino harinero de las riberas del Cabriel.

 

Sólo en 1336, el obispo don Otón, fiel a su lema “Ecclesiae suae utilis”, dio carácter

propio a las iglesias de Alcalá y de El Cubillo acabando con su dependencia de Algarra y entregando la administración de los diezmos de la primitiva Serreilla, cuando Alfonso XI entregó al concejo de los asentamientos de Alcalá y El Cubillo las extensas dehesas templarias, desoyendo al papa Juan XXII. Cabe que en la entrega de Alfonso XI estuvieran incluidos los diezmos y también que Algarra recibiera por estas

mismas fechas y por el mismo rey la dehesa de Santerón.

 

 Sólo así  se explica el que durante algún tiempo la iglesia de Algarra asumiera

el gobierno diocesano de las rentas y pudiese asumir los gastos del vestuario capitular

que más tarde, restablecidas las nuevas iglesias de Alcalá y de El Cubillo, merecieran el título durante bastante tiempo de “anexas a la iglesia de Algarra”.

 

 




Alfonso XI de Castilla y León, llamado el Justiciero (Salamanca, 1311 - Gibraltar, 1350) Rey de Castilla y León, accedió al trono cuando tenía UN AÑO y hasta su mayoría de edad se sucedieron las discordias por el control de la regencia entre don Felipe, don Juan el Tuerto y don Juan Manuel.

 

El papa Clemente V, seguro de que iban a ser suprimidos, convocó el concilio de Vienne (1312) para tratar el tema de los Templarios, no porque ellos fueran  culpables de las acusaciones presentadas, sino porque la Orden era muy difamada por quienes aspiraban a la posesión de sus bienes.

 Ante la orden de supresión de los Templarios, Jaime II ordenó para Valencia que todos los bienes templarios pasaran a la Órden de Montesa: lo que evitó conflictos como los surgidos en Castilla por el destino del codiciado patrimonio.  

El Papa Clemente V, a través de la bula “Ad providam Christi Vicarii” de 2 de mayo de 1312, lo incorporaba a la Orden del Hospital,  excepto los bienes situados en los reinos de Castilla, Aragón, Portugal y Mallorca, pendientes de una nueva ordenación pontificia posterior.

 

La minoría de edad de Alfonso XI y la poca atención a la voluntad de la Santa Sede motivaron bastantes desmanes. El 14 de marzo de 1319, el nuevo Papa Juan XXII otorgaba a la Orden de San Juan los bienes que el Temple tenía en Castilla y ordenaba a quienes se hubieran aprovechado de ellos que los devolvieran en el plazo de un mes, bajo pena de excomunión. Pero, ni María de Molina, abuela y tutora de Alfonso XI, reaccionó, preocupada sólo por la permanente guerra civil con que se debatía Castilla en estos años. Al llegar Alfonso XI a su mayoría de edad se inhibió en la disputa y, a veces, se opuso al Papa. Y, así, en muchos casos hizo entrega de los bienes que los Templarios tenían en Castilla a los Concejos y al Común de los lugares donde se encontraban. Tal es el caso de Alcalá de la Vega233 que recibió de Alfonso XI la totalidad de los bienes que los Templarios tenían en lo que era entonces su término municipal.