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Recensión de Mariano López a Buscando el castillo de Serreilla y PROLEGÓMENOS A UN GRAVE CONFLICTO QUE DURARÁ DESDE 1172 A 1232

Publicado: 17/02/2013


BUSCANDO EL CASTILLO DE SERREILLA .  AlS.zal.h

MARIANO LÓPEZ MARÍN

 

 

 

Para mí es un honor hacer la recensión del último libro de mi buen amigo Niceto Hinarejos Ruiz con quien comparto pasión por la investigación de la historia de nuestras  tierras, él de su Alcalá de la Vega natal y yo de Salvacañete y ambos de las antiguas Tierras de Moya.

 

 

 

En el mes de enero recibí este último libro ”Buscando el castillo de Serreilla” que completa su larga lista de títulos publicados sobre las Tierras de Moya y sobre su  querida Alcalá de la Vega . Algunos de estos títulos los ha hecho en colaboración: Moya, su historia, sus hombres, sus tradiciones (Valencia, 2001), Moya (Cuenca), tierras de frontera (1269-1375), Historia y documentos a la luz del Archivo de la Corona de Aragón (2007). Otros son solamente suyos, siendo también su editor: Alcalá de la Vega: un pueblo perdido y hallado (Madrid, 1998), El castillo de Serreilla (Madrid, 2004 y Zara (Madrid  2008);  esta última una novela histórica ambientada en la tierras de Moya y de la cual también hice su recensión en la Revista Moya, de la cual ambos somos colaboradores asiduos.

Éste es un libro de investigación profunda de la situación del desaparecido castillo de Serreilla partiendo de los documentos de los archivos catedralicios de Cuenca, Albarracín, Toledo y de multitud de archivos nacionales y locales, Archivo Histórico Nacional, Archivo Histórico de Cuenca, Real Chancillería de Granada, archivo de Molina de Aragón, de Daroca y por supuesto de Alcalá de la Vega  donde  el autor pudo salvar las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada de 1752 y desde las cuales comenzó su investigación silenciosa y constante, durante muchos años, del  misterioso castillo de Serreilla que desapareció cuando Moya fue poblada.¡Qué suerte han tenido los de Alcalá de la Vega con tener a una persona de la talla intelectual y humana de Niceto Hinarejos Ruiz! Y amplío esta suerte a las antiguas Tierras de Moya que han podido contar con sus extraordinarias investigaciones que han dado luz a muchos temas oscuros de la historia de Moya y sus tierras.

El  libro  está  encuadernado en tapa blanda –17x24 cm-, ilustrado con fotos en blanco y negro, y en color, 168 páginas, cuya edición se imprimió en Madrid en 2012, “en el 800 aniversario de la Batalla de las Navas de Tolosa” (1212-2012), fecha importante para la historia de estas tierras y de España. La dedicatoria dice mucho de la personalidad de su autor y de su gran amor y dedicación al pueblo donde nació y vivió bastantes años:

A todos los que ya se fueron y a los pocos que quedan que no pudieron hacer otra cosa, todos los días y durante siglos, que, agarrados a la esteva, guiar el arado por los “rochos” de las empinadas cuestas de nuestros montes tras dos mulos uncidos, usar la hoz y la zoqueta durante la siega espatarrados sobre el abultado surco de besana que aguantaba la mies, soportar sobre el trillo y la parva las calimas del mes de agosto, aguantar el picor del tábano al aventar contra el solano y cargar costales de trigo hasta el molino. Y sólo, para poder comer pan cada día....

¡Que gran dedicatoria, amigo Niceto, a las gentes de tu pueblo trabajadoras y entregadas  a esa tierra que les vio nacer y a la que se dedicaron en cuerpo y alma para sacar el  escaso fruto que daban!

El prólogo del libro es de nuestro común amigo Miguel Romero Saiz, recientemente nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y es para quitarse el sombrero. Ya al principio se arranca con una sentencia de Séneca: El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo. Aquí demuestra el amigo Miguel que se ha leído el libro y que conoce no sólo su contenido, sino la íntima lucha del autor -un latinista metido a historiador- por defender contra viento y marea su tesis acerca de la ubicación de la antigua Serreilla de las crónicas bajo medievales de conquista. Analiza las motivaciones del autor para escribir su obra y nos acaba descubriendo al propio autor con sus características personales de “sencillez y honestidad” a la hora de plantear su hipótesis. De paso destaca la capacidad de trabajo del ponente y su conocimiento de las herramientas metódicas e instrumentales que le permiten bucear en los vetustos pergaminos gótico-latinos, donde moran los signos indescifrables de la historia y sus caminos, vías que muchas veces son vericuetos tortuosos que no siempre llevan a alguna parte. El prologuista acaba alabando el trabajo del escritor, afirmándole en su justificado orgullo, advirtiéndole que “en la vida no hay soluciones (definitivas), sino fuerzas en marcha”. Potencias que por otra parte no vienen dadas, sino que hay que crear cual avenidas o sendas, para facilitar que las soluciones puedan llegar. Este y no otro ha sido el gran mérito de nuestro amigo Niceto: allanar la ruta para que las verdades de la Historia lleguen. No sólo su verdad, sino la de la Historia...

 

 

Mapa  tomado de la BIOGRAFÍA DE CASTILLO DE QUELASA  EN FACEBOOK.Gracias

 

En el preámbulo el autor esboza las líneas maestras del contenido de los capítulos siguientes... La causa del oscurecimiento de las antiguas poblaciones que formaron el marquesado de Moya, poblaciones que ya eran viejas cuando se fundó Moya, se halla en la propia Moya, que “surgió artificial, tardía y poco espontáneamente por mandato real...”. 

El propósito del libro de Niceto Hinarejos Ruiz es demostrar la ubicación de Serreilla y su castillo, comenzando por afirmar una hipótesis general: “Serreilla fue hasta que apareció Moya, a la que cedió su jurisdicción y su hegemonía, estuvo en lo que fueron sus tierras y se olvidó porque Moya, transmisora de noticias, no llegó a conocerla”. Reconoce el autor que, “aunque no exento de riesgos quiere exponer su verdad  sobre una `parte de estas tierras de Moya, convencido que es la verdad. Verdad a la que solamente se llega estudiando todos los documentos y testimonios escritos medievales, conectados con otros datos locales muy particulares y relevantes, que fueron desconocidos o pasaron desapercibidos”. Para Niceto “ ser hijo de Alcalá de la Vega, conocedor de sus peculiares datos históricos, de sus tradiciones leyendas, costumbres, rituales, mitos, de sus señores mayorazgos y sabedor de inéditos documentos medievales unieron dos elementos imprescindibles para una aventura  afortunada, capaz de enfrentarse sin riesgo con alguna parte de la historia transmitida

Las crónicas castellanas no nos informan sobre Serreilla porque, cuando esta zona se incorporó al reino castellano y al obispado de Cuenca (1232), “Serreilla ya no era, estaba casi enterrada en un desolado montículo, bello mirador lleno de ruinas, sumido en el abandono y la desolación…”en palabras del autor—. Mientras, siguiendo los deseos de Alfonso VIII, se levantaba el gran bastión de Moya con nueva historia y, a un cuarto de legua más al Norte del meandro, donde se asentaba la fortaleza  de la antigua Serreilla, cimentada sobre estelas visigodas, huyendo de la escabrosidad del terreno y olvidando sinsabores, Alcalá de la Vega “ había trasladado los bártulos y despojos que pudo recoger de su antigua y destrozada morada para, desde una nueva posición menos agreste poder vigilar con más eficacia y comodidad la gran vega de la Cerreilla, la vega del mijo, y acercarse más al molinero harinero templario y a las nuevas instalaciones y servicios dimanados de las dotaciones otorgadas por Ramón Berenguer IV en 1142 a las tierras concertadas a los templarios tras la nueva norma y doctrina de Daroca“

 

 

Mapa de lo que fueron las tres diócesis visigodas de Valeria, Segóbriga y Arcábrica.Tomado de la biografái de faccebook de Castillo de Quelasa

 

Con el título “Puzzle de la Historia” se inicia el capítulo I de esta publicación donde de forma muy documentada nos cuenta el autor el devenir histórico de los obispados visigodos de Valeria, Arcábriga y Segóbriga, la creación y evolución del  Obispado de Albarracín y su incursión hasta Huélamo y Cañete y la entrega de las iglesias de Cañete al obispado de Cuenca. Dicho obispado de Cuenca fue creado por el papa Lucio III en 1182 mediante sendas bulas, una dirigida a Alfonso VIII, conquistador de Cuenca, y otra a su primer obispo Juan Yáñez, con la intención de unir  los primitivos obispados de Arcábriga y Valeria en uno solo con sede en Cuenca. Pero este proyecto de obispado va a chocar con los intereses del obispado de Albarracín, que se hacía llamar segobricense, tenía una parte de Arcábriga y pretendió también, cuando llegó la conquista, aquella otra parte de las tierras del Cabriel, de clara  pertenencia a Valeria. En este mismo capítulo se analiza el papel de Cañete y cómo el obispo de Albarracín cedió la jurisdicción de Cañete al obispo de Cuenca en 1190, alegando que en su día perteneció a la primitiva jurisdicción de Valeria. El obispo Juan Yáñez , con fecha 16 de enero de 1195, entrega para vestuario de los canónigos de Cuenca  la mitad del diezmo de todas las iglesias de Cañete y de su término, los diezmos del portazgo, de las quintas y de las salinas de Cañete. Estas salinas  estaban y están localizadas en el  actual pueblo de Salinas del Manzano. Alfonso VIII fortaleció este privilegio con fecha  10 de septiembre de 1195, para dar mayor consistencia a la separación de Cañete de la Iglesia de Albarracín. Otro aspecto importante de este capítulo primero son las circunstancias históricas unidas a los reyes de Aragón, remontándose a Alfonso el Batallador, que tuvieron que ver con las  repercusiones y consecuencias de la creación del obispado de Albarracín y de los problemas que surgieron al querer delimitar el de Cuenca. De forma extraordinaria y manejando mucha documentación explica el autor los pormenores de la extensión del conde de Barcelona hacia Aragón y zonas próximas de un vasto territorio para su repoblación  ”extendido hacia el Sur por el interior de las montañas  que custodiaban al primera franja de tierras  y de castillos junto al mar, por tierras todavía en poder de los moros, que entrega a los Templarios” que serán los encargados de llevar a cabo su puebla y su conquista. Todo esto se recoge en las Cartas de Daroca que citan  los castillos de Ademuz, Castielfabib y Serreilla. También el fuero de Molina fija límites  para  el condado de Molina, representado por Don Manrique de Lara, tan caprichosos como inclusos en los límites de Daroca y coincidentes ambos en  algunos lugares. El río Cabriel se convirtió en frontera de Castilla. Alfonso VIII, tras conquistar Cuenca y llegar hasta Alarcón, debido a pactos y alianzas contraídas con los árabes, paró sus conquistas en las riberas de este río. Pero Pedro II, rey de Aragón, no respetando estos compromisos  entró en el pasillo comprendido entre el río Cabriel y el Turia. En esta entrada ganó tres castillos  muy importantes en las  fronteras del reino de Valencia que fueron Adamuz, Castelfabib y Sertella (1210). Don Rodrigo Giménez de Rada  reclamó los derechos sobre Moya desde la fecha en que Pedro II entregó a Albarracín las iglesias de El Cuervo, Pina Jahya (Castiel y Ademuz) y Serreilla. El obispo de Cuenca, D. García, estaba disconforme con la asignación de parte de Valeria a Albarracín en 1211 y a esa otra parte asignada por el arzobispo en 1219, es decir Serreilla, Santa Cruz y Mira. Y, ante esta disconformidad, el arzobispo Giménez de Rada, recurrió al papa Honorio III, recabando su apoyo para sus adjudicaciones. A lo que el papa respondió nombrando un tribunal que se encargará de delimitar las lindes de las  iglesias de Albarracín y Cuenca. Esto se dirimió en el juicio eclesiástico de Burgos que, al no tener datos concretos y fechas exactas, dilató la solución del conflicto y se vio  obligado a crear una comisión para estudiar todas las cuestiones y determinar los límites diocesanos entre Albarracín y Cuenca y los derechos diocesanos de Moya.

 

En 1190, las iglesias de Cañete, que estaba bajo la autoridad del Azagra, tras haber arrebatado Alfonso VIII al Azagra entre otras cosas, las salinas de Fuente Manzano, circunstancia preliminar a la cesión diocesana de Cañete a Cuenca por parte de la iglesia de Albarracín. son entregadas a la nueva diócesis de Cuenca, aduciendo que un día esta zona perteneció a Valeria y que Albarracín las poseía poco lícitamente. (A.C.C.I. Caja 1 nº 13)

Texto y mapa tomados de la BIOGRAFÁI DE CASTILLO DE QUELASA. Gracias.

 

 

Otra parte importante de este puzzle histórico lo constituye un apartado de esta obra en la que se explica como el Arzobispo de Toledo da en feudo a Gil Garcés  Serreilla, Santa Cruz y Mira, sin aguardar el dictamen de la Comisión, con los consiguientes problemas para el obispado conquense. Será el obispo de Tarazona el que recibirá el encargo del papa Gregorio IX de poner fin al conflicto entre las iglesias de Albarracín y las de Cuenca y los derechos diocesanos de Moya. Así se repartieron las iglesias de Vallanca y Santa Cruz para Albarracín y  Mira y Alcalá de la Vega para Cuenca.

Con el capítulo II “Buscando el  castillo de Serreilla” comienza realmente  la parte importante de este trabajo de investigación que no se podría entender sin el  capítulo I dedicado a aclarar aspectos históricos importantes. Desde un principio el autor parte de las características exigibles a Serreilla: “Restos de poblado preislámico y restos de castillo árabe; castillo de cierta relevancia limítrofe con Ademuz, situado en las tierras de Moya y al que se le pueda aplicar las prerrogativas de las Cartas de Daroca según Liber Feudorum Maior (Primus): tierras templarias y diezmos eclesiásticos”.

A lo largo de todo el capítulo va desgranando el autor, con aportaciones  documentales amplias, todos estos aspectos comenzado con la localización de Serreilla en los términos de Alcalá de la Vega. A continuación aporta datos de este castillo de Al—S.zal.h o Xerrrella y de otros muchos castillos conquistados a los árabes  pertenecientes a la jurisdicción de Valencia, entre los cuales no se encuentra Serreilla, según demuestra Niceto documentalmente. Este castillo de Serreilla era limítrofe con Ademuz en “Tierras de Nadie” y sus vestigios no siguieron el mismo camino que los demás castillos de las cartas de Daroca de los que si hay restos. Tal vez —dice el autor— “por la pérdida de provecho o interés fronterizo sufrió primero el abandono y más tarde su total olvido histórico”. Es interesantísimo el estudio que complementa este apartado del castillo de Serreilla en el que Niceto Hinarejos estudia otros castillos  cercanos con sus coordenadas geográficas y su situación. Además hace un estudio pormenorizado del castillo de Al-Qala o Quelasa con profusión de datos, croquis, mapas y excelentes fotografías a todo color  para demostrar que  el castillo de Serreilla es el de Al-Qala o Quelasa “porque el no haber otro en la zona y ser un castillo relativamente importante lo convierten en único y exclusivo, capaz de asumir las prerrogativas de las Cartas de Daroca y de la doctrina reflejada en “ Liber Feudorum  Maior (Primus)”.

 Analiza también el autor en este mismo capítulo las prerrogativas de las Cartas de Caroca aplicadas a este castillo: Eran tierras dadas a los templarios para repoblarlas, en ellas había que ir preparando su puebla, su conquista y sus iglesias, a las que se les reservaba el diezmo de todas las tierras y, además, a algunos lugares de las mismas Alfonso II de Aragón y Pedro II les habían confirmado estos Fueros o privilegios.

 

Según Liber Feudorum  Maior los lugares de las Cartas de Daroca disponían del 20% de todas las tierras conquistadas a los infieles, del 10 % de la parte real, la décima de las posesiones del rey, una parte de los tributos que el rey  taifa de Valencia pagaba al conde y del diezmo eclesiástico exigido para las restituidas iglesias  primitivas antes  de que en 1158 Adriano IV aprobara la renuncia de las Órdenes Militares a la herencia del Batallador.

Con  el encuentro de los viejos documentos de las respuestas de los vecinos de Alcalá de la Vega a las cuarenta preguntas del Censo del Marqués de Ensenada,  aparecidos entre papeles del ayuntamiento para eliminar, el autor encuentra datos que  confirman los privilegios del rey Alfonso concedidos al Común de Alcalá de la Vega.. Este documento y otros muchos más aparecen en esta obra transcritos por el mismo Niceto Hinarejos. Ampliamente explica el autor cómo los bienes del Temple en Castilla fueron otorgados  por el papa  Juan XXII en1319 a la Orden de San Juan .Las tierras de la herencia templaría en Alcalá de la Vega se les denominaba Heredad Coronada Común, descrita pormenorizadamente por el autor, con los lugares que la formaban y  cómo fueron a parar a manos del Marqués de Cañete, del Marqués de Moya; y cómo también las tierras del Diezmo pasaron con la desamortización a familias pudientes de distintos lugares del marquesado de Moya, que se conocieron como “ mayorazgos” y que lindaban con las propiedades del Marqués de Cañete; lo que delataban su común origen.

 

 

Titulares  que adquirieron  los BIENES DE MAYORAZGO  de las Tierras de la Ermita de Nuestra Señora de Alcalá de la Vega ioHeredad de Santa María.

Tomado de la BIOGRAFÍA  de  CASTILLO DE QUELASA.Gracias.

 

En este mismo capítulo analiza el autor cómo estas tierras del Diezmo, conocidas como la Heredad de Santa María o bienes de Mayorazgo fueron adquiridas por Celedonio Montero con 15 hectáreas de las mismas en la desamortización de 1844;  por Antonio Zafrilla de Algarra que adquirió 25,675 hectáreas; por Aquilino Jiménez, natural de Algarra, que compró 63,576 hectáreas en 1844, ahora en poder de sus descendientes; por Juan Bautista y Tomás Saiz de Tejadillos que adquirieron 23 hectáreas y también el edificio del Mayorazgo. Todas estas adquisiciones están muy documentadas en la publicación.

En el epílogo el autor analiza las consecuencias de esta pérdida para la iglesia de Alcalá de la Vega y del Cubillo: 500 hectáreas de labor propiedad de la ermita de Ntra. Sra. de Alcalá, heredera de la primitiva parroquial del poblado de Serreilla, de las  que había sido titular desde 1158 hasta 1884-1856.

Aporta fotos y documentos a tal efecto y concluye con unas palabras que dan sentido a toda su obra: ”Si mi condición de ser hijo de Alcalá y conocedor de sus tradiciones me favoreció en la búsqueda, mi independencia para la búsqueda e interpretación de documentos  medievales me llevó a saber. Dos condiciones que, de haber faltado una, mi aventura hubiera sido imposible

 

El apéndice documental que acompaña a la obra es muy completo. Son veinticinco documentos fundamentales que el propio Niceto ha traducido con su buen hacer y su gran  conocimiento del latín, de la paleografía y del castellano antiguo.

Una obra muy trabajada, fruto de muchos años de esfuerzo, de visitar archivos diversos, de recorrer lugares y de un gran conocimiento de su pueblo y de la zona de Moya y zonas limítrofes.

 ¡Enhorabuena, amigo Niceto, porque has marcado un nuevo hito en la historiografía de las tierras de Moya! Has dado luz a un gran misterio que es la localización de Serreilla que tú has demostrado con gran profusión documental que  estaba localizada en el término de Alcalá de la Vega, junto a la ermita de Ntra. Sra. de Alcalá, en un meandro  que forma el Cabriel.

Me alegró enormemente de esta publicación y que tengas salud para seguir ilustrándonos con nuevas investigaciones de estas tierras de Moya que empiezan a recuperar su verdadera historia.

 

 

                                  Mariano López Marín

 

                                  Utiel, 23 de febrero de 2013

 

 

 

 

 

 

El arzobispo de Toledo, don Cerebruno, apoyándose en el XII Concilio de Toledo, que autorizaban al Primado a consagrar nuevos obispos para las primitivas diócesis sufragáneas recuperadas a los sarracenos, consagró en 1172 a don Martín como el primer obispo de la diócesis de Santa María de Albarracín, constituyéndola en sede episcopal, dos años después de haberse conquistado, pretendiendo erróneamente identificar a esta nueva diócesis con la primitiva diócesis de Arcçábriga.

Prescindiendo de que el pequeño reino de Taifa de Albarracín, fuera conquistado por Sancho IV de Navarra[1], según acuerdo de este rey con Alfonso II de Aragón, o de que fuera entregada esta tierra a Pedro Ruiz de Azagra por Ben Mardanis, el rey Lobo de Murcia, interesa señalar que Pedro Ruiz de Azagra, sin emplear las armas, se hizo con un territorio cuyo Señorío extendió hasta Huélamo mediante compra de su castillo[2], llegó hasta Cañete e hizo de Albarracín un pequeño estado del que se constituyó señor independiente de Castilla y de Aragón[3].


[1]Según Lacarra, Navarra conquista Albarracín en 1170 en base a un acuerdo de 1168 entre el rey Sancho VI el Sabio de Navarra y Alfonso II de Aragón. Comprendía la parte occidental de la actual provincia de Teruel, que limita con la de Cuenca y Guadalajara. Es una zona natural perfectamente definida que abarca la sierra de Albarracín con el macizo de los Montes Universales con una extensión inferior a 2000 km2

 

[2] Historia de Albarracín y su Sierra .El Señorío Independiente de Albarracín .M. Almagro. Tomo II, p?g 109 -110. Documento de compra de Huélamo y Monteagudo por Pedro Ruiz de Azagra a Fortún de Tena por mil morabetinos lopinos buenos y de buen peso

[3] Almagro cree que no se podía conquistar Teruel sin Albarracín, por lo que defiende la teoría de la cesión (Almagro 1959 p.19)


by Quelasa on 18/02/2013 - 10:44        

En 1172, sin atender a las órdenes del papa Adriano IV, ni que Alfonso II había incluido Albarracín en la iglesia de Zaragoza; pese a las advertencias del papa Alejandro III advirtiendo al Azagra que no es lícito que los laicos funden iglesias, Pedro Ruiz de Azagra y el arzobispo de Toledo crearon la nueva diócesis de Albarracín. Y, para darle consistencia, como durante la reconquista no se podían crear diócesis nuevas, su instauración la basaron en la descabellada pretensión de identificar esta nueva diócesis con la primitiva iglesia visigoda de Arcábriga.

NICETO HINAREJOS RUIZ, PALEÓGRAFO Y LATINISTA.

 

A propósito de su última publicación histórica y documental.

Conocí al profesor Niceto Hinarejos Ruiz (Alcalá de la Vega, 1933), fortuitamente, por intermedio

del Ayuntamiento de Castielfabib (Valencia). Había trascripto y traducido un interesante documento latino del

siglo XIII, referente a las lindes con Aragón y Castilla de cierto lugar de aquel municipio, y alguno de la secretaría me lo hizo saber. De esta forma me puse en contacto con el investigador, solicitándole unos trabajos paleográficos .   Tras algún tiempo recibí su respuesta, accediendo a mi petición y ofreciéndose a traérmelos personalmente. Vino por Pascua y recuerdo que subimos a Castiel , pues tenía interés por ver los restos del castillo y admirar su paisaje desde las míticas ruinas de su antigua fortaleza.

En la plaza Mayor lucían, enhiestos, dos hermosos chopos, plantados en la última celebración pascuera. Aquel fue el comienzo de nuestra amistad. En otra ocasión me invitó a una conferencia en Moya (Cuenca), con motivo de las fiestas del Septenario, donde tuvimos ocasión de charlar entre las monumentales ruinas de aquella vetusta villa. No le he vuelto a ver desde entonces, siendo nuestro contacto esporádico y epistolar.

Tiene trato de hombre sencillo, con un gesto de comprensión y oculta sabiduría en la mirada; y, conociéndole, nadie sospecharía los conocimientos que atesora.

Los estudios primarios los realizó en su pueblo natal y los secundarios en la capital de su provincia.

Posteriormente marchó a Salamanca, en cuya Universidad realizó estudios en Filosofía y Teología,

además de otros complementarios en lenguas Clásicas (griego y latín). Su interés por los documentos medievales le viene de su afición a la Historia y por exigencias de su actividad docente, a la que ha dedicado tres largas décadas de su vida.

Para los amantes de los libros -de la cultura en general y de la historia en particular-, la edición de un nuevo libro monográfico, como el nacimiento de un nuevo ser, constituye siempre motivo de alegría y satisfacción.

Especialmente cuando el objeto de publicación afecta tan directamente al conocimiento pretérito de nuestra

tierra, pueblos y gentes. Su primer libro -" Alcalá de la Vega " (Madrid, 1998), que

posee un erudito prólogo de Florencio Martínez Ruiz, constituye un sentido homenaje historiográfico, merced

al retorno físico e intelectual que el autor hace a su pueblo natal (a través de su padre), después de cuarenta

años de ausencia.

La primera parte del libro dice de la situación de la zona, describiendo los vestigios ibéricos y árabes, para pasar a Albarracín, en cuya tradición se inserta el castillo de Serreilla. Dicha fortaleza, cuyo baluarte marcaba límites jurisdiccionales entre fueros y reinos, ya aparece reseñada en las crónicas medievales, antes de la conquista cristiana de la zona (principios del siglo XIII), y, según la hipótesis del autor, corresponde al actual Alcalá de la Vega (Cuenca), encrucijada de caminos durante la dominación árabe. La segunda parte ocupa el grueso de la publicación, pormenorizando en distintos aspectos locales, comenzando por la fundación del Mayorazgo de Alcalá, a cuyo patronazgo se hallaba vinculada su iglesia. Todo un repaso histórico particular, incluyendo dehesas y edificios históricos, pasando por la Desamortización y la instalación del nuevo Concejo. Dice también de tres singulares personajes míticos locales, representados por sendas figuras: el hombre del bastón de mando, el de la bandera y el de la alabarda. Vestidos con trajes y capas negras, y cubiertos con sombreros adornados con cintas, representaban la integridad local, fundada en la autoridad, la identidad patria y la fuerza. Concluye el capítulo con un homenaje a la mujer alcaleña, protagonista por su trabajo y dedicación en todas las actividades de la comunidad. Como colofón, nos regala diversos textos historiográficos inéditos, directamente transcritos y traducidos de sus originales góticos latinos, actividad en la que nuestro autor es especialista. Asimismo, cabe destacar la rica bibliografía, en la que apoya su exposición.

La siguiente obra es una publicación conjunta -" Moya. Su historia, sus tierras, sus hombres, sus tradiciones "(Valencia, 2001), coordinada por Eusebio Gómez Garcíay Teodoro Sáez Fernández, y editada por la Asociación" Amigos de Moya ". La obra, dedicada a todos los lectores y especialmente " a los moyanos por naturaleza o devoción ", constituye una importante contribución al conocimiento documental de la tierra de Moya (Cuenca).

A lo largo de seis capítulos, el texto avanza por multitud de artículos, referidos a los distintos aspectos nombrados en el título (historia, tierras, hombres, tradiciones…), para finalizar con un riquísimo Catálogo Documental , en el que se incluyen transcripciones, traducciones y copias paleográficas de los manuscritos originales; allí, Hinarejos Ruiz hace alarde de su pericia como paleógrafo y latinista, merced a la labor investigadora llevada a cabo durante años, en el Archivo de la Corona de Aragón (Barcelona).

La publicación incluye una separata " El Señorío de Moya en el Archivo Corona de Aragón ", donde nuestro

autor, aprovechando un día de " punto rojo " en el archivo catalán, tuvo acceso a los registros originales, para subsanar errores en la traducción, inducidos por el deterioro de algunos documentos incluidos en el libro.

La última publicación de Hinarejos Ruiz es " El castillo, de Serreilla " (Madrid, 2004), que debe verse como la

continuación y ampliación de aquella primera obra, donde homenajeara a su pueblo, a través de su anciano

padre, o viceversa (al padre a través del pueblo), que tanto monta… El autor conserva intacta la misma pasión por su municipio, auspiciada por el recuerdo de lo amado y reflejada en el caserío, su historia y  gentes; utensilios antiguos y etnografía; topónimos, tierras, sendas, veredas y caminos; fuentes… El texto tiene múltiples valores, entre los que cabe destacar ese ardor por defender una interpretación abierta de la historia, cuya exégesis nunca concluye, frente a los que la entienden como algo cerrado, revestido de tradiciones y acontecimientos dudosos…

En su Introducción , el autor reflexiona sobre la necesidad del erudito local, imprescindible para investigar en la historia de los pequeños lugares; aquellos en los que los historiadores académicos parecen escasamente interesados.

De esta forma, por su curiosidad histórica, a la que hay cabe añadir su condición de latinista, rara avis en trance de extinción, Hinarejos Ruiz nos participa su preocupación por los temas olvidados del pasado, inquietud que le ha llevado a verse comprometido en su indagación. A lo largo de catorce capítulos, el autor va desgranando datos, conclusiones, también reproches y alabanzas, comenzando por el castillo, la ermita y unas ruinas, para pasar a la iglesia parroquial ( Nuestra Señora de Alcalá) y su archivo, donde figuraron antiquísimos libros de Cuentas y Fondos anteriores al siglo XIX. Continúa sobre restos históricos, para analizar las primeras divisiones territoriales y especula acerca de los distritos visigodos de Valeria y Ercabiga . Reflexiona sobre los vestigios moros y comenta un texto árabe del siglo XII (al-Idrisi). Con el sonido de los añafiles aragoneses por fondo, expone los testimonios locales de aquella conquista, en la que participaron intensamente las órdenes militares (Templarios, Hospitalarios…). Rehace el camino fundacional de la diócesis de Albarracín para expone realidades históricas escasamente conocidas e investigadas.

Se detiene en el análisis de aquella expoliación de bienes que fue la Desamortización eclesiástica de Mendizábal y Madoz (siglo XIX), exponiendo el curioso testamento de Celedonio Montero (testaferro en las

adjudicaciones de aquel proceso), que estaba casado con una vecina de Vallanca (María Villanueva). No obstante lo atrayente y sugestivo del texto, el núcleo duro del libro lo constituye el Apéndice Documental . Los registros allí expuestos han sido transcriptos y traducidos directamente por el autor, que hace gala de su pericia paleográfica y conocimiento del latín medieval.

 El texto concluye con la inclusión de la " Concordia " entre Salvacañete y Alcalá de la Vega (1809).

La contribución de Hinarejos Ruiz a la historiografía documental es incuestionable y nunca bien ponderada.

No sólo colabora en el conocimiento de su localidad y comarca (lo que ya sería loable en sí mismo), sino que

por su vinculación geográfica e histórica con las lindantes tierras del Rincón de Ademuz hace extensiva su

investigación al conocimiento de nuestro territorio, zonade frontera entre aquellos reinos medievales (Aragón, Castilla y Valencia). Prueba de ellos es que el nombre de nuestras villas (Ademuz, Castielfabib…) aparece continuamente en el texto, asimismo que el de personas vinculadas con hechos y acontecimientos de ambos territorios.

Sin embargo, la actividad científica, pedagógica y divulgadora de nuestro autor como medievalista no se limita a las publicaciones descritas, ya que también le hemos visto participar en charlas, coloquios y disertaciones en la comarca (Casa de Cultura. Ademuz, 1999 y 2002); colaborando como transcriptor y traductor de textos gótico-latinos en otras publicaciones, y firmando multitud de artículos en diversos periódicos y revistas. Asimismo, su calificación le llevó a formar parte de la Comisión Cultural y de Publicación de la Asociación " Amigos de Moya ".

Damos, pues, la bienvenida al nuevo trabajo de nuestro coterráneo conquense, animándole a seguir investigando y publicando. Sus conocimientos técnicos (paleográficos, lingüísticos, históricos…) y experiencia historiográfica deberían ser conocidos y acreditados como merece, tanto por las gentes de Cuenca como por los valencianos rinconademucenses. Vale."

 

Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.

Cronista Oficial de la Mancomunidad de Municipios-

Rincón de Ademuz