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Historia de la Ermita Ntra. Sra. de Alcalá

Publicado: 11/03/2016


Acerca del castillo  de Al-Qala, Q.l.sa (Serreilla) se dice que, tras su reconquista, el abandono fue total y adquirió para siempre el sobrenombre de “derrocado y abandonado castillo de moros” y así aparece en varios escritos locales y comarcales . En 1219 había perdido su interés estratégico. Situado entre Cañete y Moya sus prerrogativas se las habían repartido y Moya se había constituido en la avanzadilla ofensiva y de frontera del rey moro valenciano. En la retaguardia carecía de valor.

Se conserva la ermita que siempre y hasta 1792 se llamó Ermita de Nuestra Señora de Alcalá. Más tarde, por influencia de los PP Dominicos de Carboneras se alternaron los títulos de Ntra Sra, del Rosario y del Remedio. Tenemos testimonios escritos que nos dicen que en este lugar estuvo la primera parroquial: que puede referirse a la primera instalada tras la reconquista., o -que sería lo más probable- a la ya existente anterior a los árabes de cuya existencia había memoria cristiana. Una ermita recuerda a esa primitiva parroquial, dueña de unas tierras cuyas rentas hasta la desamortización del s. XIX la mantuvieron bien equipada, cuidada y vigilada por ermitaños con estancia permanente y con vivienda adosada a la misma. Ser dueña de unas 500 Hectáreas de las mejores tierras de cultivo suponía unas rentas suficientes para su conservación.


No fue así tras la Desamortización ni después de 1939, que, reducida a escombros, sólo en 1953 pudo ser reconstruida gracias a ciertas ayudas oficiales .

Sin duda alguna, “los mayorazgos” ostentaban y alardeaban de una categoría sutil, incomprensiblemente, reconocida por todos, en un grado más o menos alto en conformidad a la extensión de tierras adquiridas, que era lo único que se valoraba, como consecuencia de las tierras propiedad de la ermita “vendidas a virtud de la Real Orden para la enajenación de bienes eclesiásticos en el año mil ochocientos y cuarenta” quedando la ermita despojada de todos sus bienes y sin recursos para su mantenimiento, como nunca lo había estado. Y dadas las circunstancias, nadie colaboraba porque se aducía que la obligación correspondía a los mayorazgos. Éstos empezaron muy pronto a ser revestidos de autoridad ocupando todos los cargos públicos hasta la dictadura de Primo de Ribera. 


Ermita 1938

Ya en 1858, Aquilino Jiménez, era alcalde, y acudieron ante él don Mariano Sánchez, cura propio de su parroquial, los vecinos y señores de los ayuntamientos de Salinas del Manzano, La Huérguina, El Cubillo, Campillos, Algarra y Garcimolina y dijeron “Que notándose en el campo una gran sequía… convinieron anticipar la traslación de Ntra. Señora del Remedio desde su hermita a esta parroquia según se había practicado en otras épocas…"

En 1865, Victoriano Gómez, casado con Dolores Montero Villanueva, hija de Celedonio Montero, era alcalde y fue acusado de abuso de autoridad y estuvo a punto de ser procesado por enfrentarse con Roque de Mariana y Mari Cruz Montero.y se despreocupó de la ermita.
“El 23 de abril de 1869, siendo alcalde don Juan Guillén y, Mariano Sánchez, párroco, ante el mismo fenómeno de sequía, acordaron traer la Virgen desde su ermita el 3 de mayo procesionalmente y se haga un novenario de misas cantadas y que ese día los concurrentes salgan a recorrer el vecindario para el que alguna cosa ofrecer…y se puedan pagar gastos” -


Y “don Mariano Sánchez, en 1870, se quejaba ante el alcalde Aquilino Jiménez porque nadie recurría a sacar a la “Meona” en rogativas en un año de extremada sequía. (El cura daba este título cariñoso a Ntra. Sra. de Alcalá por la fama que tenía de milagrera ante la escasez de lluvias”.

En 1890, siendo alcalde Aquilino Jiménez fueron casi desoídas las súplicas de don Mariano Sánchez, párroco, en demanda de fondos y mano de obra para arreglar el tejado 
En 1895, Pedro Collado, casado con Saturnina Jiménez Guillén (nieta de Aquilino Jiménez) fue el primer alcalde por ser consorte de mayorazga. Y en 1910 su hermano Emiliano Collado fue alcalde por ser consorte de Luisa Jiménez Guillén.(nieta de Aquilino Jiménez. Ambos hermanos no se resistieron a colaborar con don Mariano Sánchez hasta su defunción en 1914 en favor de la ermita.
A partir de 1914 ni don Venancio Atienza (1914-1917) ni don Gabriel Tejada (1917-1936) supieron relacionarse con las autoridades de manera que colaboraran lo suficiente para evitar el deterioro total de la ermita. Y en esta situación llegó la desastrosa contienda (1936-1939) y el mandato caciquil del Sr. Alcalde (1938) de desmantelar totalmente el recinto sagrado, cuna de nuestra historia. Y así quedó.

 


En 1953, siendo ya alcalde Fabián Collado, la “Añá de Abajo”, debido a la escasez de lluvias, fue muy poco fértil, la cosecha de cereales se redujo a la mitad y rápidamente se resintieron los pilares de la economía y, como muy pocas veces había ocurrido, se hubo de comprar hasta la paja. Estas carencias motivaron el desvelo de don F.M.R. que acudió a su amigo en el Ministerio de Trabajo, Francisco Ruiz Jarabo con una idea preconcebida y en demanda de ayuda. De aquí vino la subvención de 70.000 Ptas. de la época, que debían emplearse en el arreglo de la ermita y con los jornales de su obra aliviar un poco las necesidades. Pero, a causa de la desconformidad de muchos, surgieron, protestas, desavenencias y manifestaciones en contra.

Por primera vez pudieron llegar hasta la ermita los carros y los coches; pero el arreglo sin normas y los descontentos hicieron el resto. A los dos años los desmanes habían causado la vuelta del edificio a su estado anterior de ruina y así permaneció hasta 1987, convertida la ermita -a fuerza de ser sincero- en aprisco o “teñá” de ganado.

Y con la misma sinceridad hay que decir que las cosas comenzaron a cambiar en 1987 con la elección del actual alcalde que, una de las primeras cosas que hizo, fue la de poner una puerta que evitara los desmanes y el encierro de ganados por la noche.
A este hecho hay que añadir la labor del matrimonio Enrique-Elia que, haciendo verdadero alarde de generosidad, recompusieron el tejado de la ermita, renovaron la Cruz de Muchos Cantos e iniciaron una nueva tendencia muy apartada de la destrucción reinante hasta entonces y consiguiendo un estado de permanente respeto y veneración.
Y, como intuyo que nadie les ha dado las gracias, me permito manifestar un agradecimiento que debería ser universal, porque la acción de este matrimonio contribuyó a institucionalizar, reverenciar y promocionar el lugar y que otras personas y autoridades locales contribuyeran muy definitivamente a que el recinto fuera decoroso, cuidado y respetado como se merecen nuestros antepasados y la cuna de nuestra Historia. Un edificio será mientras sea su tejado. Y bueno es el que tiene cuando es imposible recuperar aquel artístico de viejas vigas de tea y secular artesonado, destrozados en 1938 para convertir sus maderas en ataúdes.


A ver si ese lugar de espectacular de belleza, mítico, mágico, venerable y entrañable para cualquier alcaleño, somos capaces de conservarlo y entre todos, como merece el lugar de peregrinación de nuestros mayores y la cuna de nuestra tradición e Historia.


Tras las obras de 1953

 Por primera vez pudieron llegar hasta la ermita los carros y los coches; pero el arreglo sin normas y sin reglas y los descontentos hicieron el resto. A los dos años los desmanes habían causado la vuelta del edificio a su estado anterior de ruina y así permaneció hasta 1987, convertida la ermita -a fuerza de ser sincero- en aprisco o “teñá” de ganado.


Placa

Y con la misma sinceridad hay que decir que las cosas comenzaron a cambiar en 1987 con la elección del actual alcalde que, una de las primeras cosas que hizo, fue la de poner una puerta que evitara los desmanes y el encierro de ganados por la noche.


Ermita 1987