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No sabemos la fecha, pero sí el hecho relevante de que la victoria de Pedro II de Aragón y los Templarios, en 1210, sobre El Cuervo, Castelfabib, Ademuz y Serreilla duró poco tiempo y los cuatro castillos volvieron a los pocos meses de nuevo al poder sarraceno. El rey moro valenciano anuló poco tiempo después los efectos de la victoria de Aragón sobre estas plazas pero agudizó el ingenio belicoso de don Rodrigo Giménez de Rada a quien el nuevo papa Honorio III le nombró legado suyo en España durante diez años con el encargo de organizar la cruzada de todos los reinos cristianos contra los musulmanes, de la que fue señalado caudillo militar. 
¡Qué bien le vino al primado don Rodrigo la vuelta al dominio del rey moro valenciano de estos cuatro castillos en la frontera entre Aragón y Valencia! Porque en calidad, no sólo de caudillo sino también como arzobispo, condujo en 1219 desde Albarracín la expedición militar victoriosa contra los castillos de Serreilla, Sierra (Santa Cruz y Mira, pero fracasada contra Requena. El arzobispo –además de estratega militar– era un sabio conocedor de la Historia, y por eso discrepó del Templario y de Pedro II al excluir de su campaña a Castelfabib y a Ademuz, de clara jurisdicción aragonesa, y, por lo mismo, fuera de la zona de las treguas establecidas entre Alfonso VIII y Abu Çeyd, rey de Valencia. La inclusión de Serreilla en la la zona afectada por las treguas hacía lindar a éstas con las tierras del Señorío de Albarracín –feudo del Arzobispo- y por lo mismo se le abría al primado un expedito camino para, desde el Señorío, siguiendo las aguas del Cabriel, sin invadir jurisdicciones reales, llegar hasta Requena. Era un 30 de septiembre de 1219.