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ALACENA

Al nacimiento de Rodrigo Giménez de Rada el valle Izarbe.

Publicado: 09/01/2019

En el valle Izarbe del centro de Navarra la grandeza, monumentalidad,  religiosidad, riqueza y belleza, cuna de don Rodrigo Giménez de Rada. Sólo con este origen swe explica la personalidad de este personaje que tanto influyó al comienzo de las tierras de Moya, primer tercio del siglo XIII.


SEIS kilómetros antes de unirse el Camino de Santiago proveniente de Jaca con el otro ramal proveniente de Rancesvalles, entrados al valle Izarbe, a la izquierda del camino y tras cruzar el pequeño arroyo proveniente de la Sierra del Perdón, una pequeña iglesia románica de la segunda mitad del siglo XII, exquisita y  solitaria en la campiña, la ermita de Eunate, ocupa el centro geográfico del primitivo reino de Navarra y en la ruta jacobea; por lo que se cree que fue un hospicio para los peregrinos construido por los templarios. Pequeña, octogonal, cercada por un atrio porticado de 33 arcos iguales con capiteles en su exterior contrasta con la aparente grandeza y solemnidad de su sobrio interior que agradecido responde siempre en sus ecos al silabeo del rezo penitente por imperceptible que sea.


 

Muy cerca, a 6 Km,  más al Sur se encuentra la primitiva Garés, hoy Puente la Reina, donde los dos brazos de camino jacobeo, el de Jaca y el de Roncesvalles, convertidos en uno,  continúa  hasta Santiago de Compostela.   En este lugar,  en 1170, nació Rodrigo Giménez de Rada en un marco agraciado por la naturaleza e impresionante por su monumentalidad  medieval, donde el que iba a ser Primado de Toledo y tener ejército propio en la lucha contra los sarracenos creció y vivió hasta su entrada en las Borbona.

 

Protegido por el inmenso  río Arga, vigilado por su pequeño río Robo, se puede decir que, amurallado y defendido por sus aguas, sus hombres lo adornaron de abundantes defensas, torres de vigilancia, iglesias, oratorios, ermitas por todas partes, palacetes  de fiscalidad y cámaras de Compto y los templarios desde Eunate  llevaron coquetones sus gustos a la iglesia de El Crucifijo y, posiblemente, aportasen las claras ideas del Temple a la hora de distribuir las tres calles del pueblo: la Central con puertas de entrada y de salida a un grandioso puente sobre el Arga que aumentaba sus defensas y las dos laterales siempre alerta y en vigilancia.



Doña Mayor, esposa del rey Sancho el Mayor, ya en el siglo XI, mandó construir este puente para dar salida al Camino de Santiago. Puente románico de 110 metros de largo que soporta una calzada de 4 metros de anchura. Lo aguantan 7 arcos de medio punto (uno hundido bajo tierra) y cinco pilares. Terminadas las obras, agradecidos a su reina, los  lugareños dejaron arrinconado Garés, para ensalzar el  Puente (de) la Reina.

 

Mucho antes de llegar al pueblo, el inmenso, elegante, esbelto y proporcionado campanario de la Iglesia de Santiago el Mayor aparece como un faro y guía a los peregrinos. Su torre-campanario octogonal, casi siempre, es custodiada por cigüeñas.


.  Su monumental portada con influencias moriscas, sus esculturas y relatos bíblicos invitan a algo más que a meditar. Aunque construida en el siglo XII mucho tuvo que ver la reconstrucción del siglo XVI y mucho cambió sin desmerecer en nada aquel primitivo templo románico.

Situado en la calle Mayor, ruta jacobea, el templo presente una monumental portada con influencia morisca. Sus esculturas, desgastadas por el paso el tiempo, invitan a reconstruir con la imaginación los relatos bíblicos que tallaron con maestría  artesanos medievales.


Apenas entrar en el caserío de Puente de la Reina desde el este, a la  izquierda se halla el albergue de peregrinos y la iglesia del Crucifijo. Su fachada sur y el edificio anexo unido a la misma por medio de un arco-pórtico delimitan el trazado del Camino Jacobeo que continúa hacia poniente, por toda  la calle Mayor flaqueada al principio por dos torreones medievales.

Esta iglesia del Crucifijo data mediados del siglo XII y  es  Templaria, probablemente de cuando Alfonso I el Batallador fundó la villa junto al puente sobre el Arga que un siglo antes patrocinara la reina Doña Mayor.

Es de nave única, orientada y acabada en ábside de tambor. En XIV se le adosó otra nave a su costado norte rematada en ábside policíclico, según la tradición, para albergar el Crucifijo traído desde Alemania por los peregrinos.


Es de nave única, orientada E.O.  y  su portada la custodia  un arco-porche añadido en la reforma del templo. Es apuntada y se compone de seis arquivoltas decoradas con baquetón, decoración de ondulaciones acanaladas, celdillas, volutas vegetales y figuras monstruosas y humanas.

Sorprende, por no ser actualmente habitual, que el templo esté siempre abierto y se pueda visitar sin problemas.

 La cabecera del templo se compone de cilindro absidal centrado por ventanal de doble derrama sin decoración cubierto por cuarto de esfera y entre ambos una imposta biselada que continúa por el estrecho presbiterio situado delante y por la propia nave.